lunes, 17 de diciembre de 2007

El Largo Camino a Casa

Nosotros somos de esas personas que a pesar de trabajar en Madrid, vivimos en un pueblo. Nos gusta disfrutar de las ventajas de vivir apartados del mundanal ruido y a sólo diez minutos de la sierra.

Además, sólo nos separan 45 minutos de la gran ciudad, que es poco más de lo que tarda cualquier residente madrileño en llegar a su puesto de trabajo.

Nuestra situación, debería haber mejorado en los últimos años, después de que RENFE superara el boicot a la instalación de una parada de su red de Cercanías por parte de la empresa de autobuses y el ayuntamiento. De hecho, sólo nos lleva tres cuartos de hora llegar al centro de Madrid.

Pero no siempre ha sido todo tan bonito, todavía se recuerdan aquellas primeras marchas populares para que viniera el tren, que no contaban con ningún apoyo político salvo el de IU, mientras que, inexplicablemente, el resto de partidos callaban cual meretriz en el regazo de quien les da de comer. Que cosas, ¿no?

El camino no ha sido fácil, ni aún ahora lo es, pero bueno, nos lo tomamos con calma, y podemos bajar a la lejana estación en coche o en autobús, más o menos regular y presumir de vivir en un pueblo y a la vez estar relativamente cerca de Madrid.

Ahora bien, la alegría se convierte en miseria a la hora de volver. El tren funciona con puntualidad británica, pero los autobuses urbanos no.

Estas pequeñas lanzaderas verdes obligadas a cubrir el servicio de transporte a la estación, subvencionados vía abono transporte, no cumplen con los horarios. Y casi parece que lo hagan a propósito, ... ¿O es que lo hacen a propósito?

A veces parecen estar esperando a alguien, a pesar de estar lleno de pasajeros del tren que había llegado hace un buen rato, pero cual es nuestra sorpresa al verles salir, como alma que lleva el diablo, cuando se aproxima el siguiente tren, dejando a los pasajeros recién llegados tirados cual colillas en un bar.

El resultado de todas estas argucias es que el viajero acaba llegando a su casa 30 minutos más tarde de lo que debería.

No es desconocido para nadie de este pueblo la propiedad de esta empresa de transporte, paradigma del monopolio Colmenareño. Pero los recién llegados pueden reconocerlos por sus chapitas del PP instando a los ciudadanos a votar por los intereses “comunes”en todas las elecciones municipales.

A lo mejor esa chapita es el salvoconducto para que nadie les pida explicaciones por un servicio, subvencionado, tan chapucero. Quién sabe. Tal vez haya alguna otra empresa que lo pueda hacer mejor, ¿no?

A nadie parece importarle este continuo boicot. ¿Por qué?

A nosotros sí nos importa, y veremos lo que la OCU (Organización de consumidores y usuarios) puede decirnos al respecto.

Mientras tanto seguiremos tardando una hora y media en lugar de los ansiados y merecidos 45 minutos. Lo que no cabe duda es por qué los dueños de esa empresa y sus amigos en el ayuntamiento no viajan en tren.

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