martes, 17 de noviembre de 2009

La Maquina del Tiempo

H.G. Wells inventó un viaje a un futuro en el que además de no poder hacer nada para cambiar el pasado, describía un mundo apocalíptico y una humanidad en franco retroceso tecnológico y social.

Si el autor viviera, podría reescribir su novela ambientándola en Colmenar. Se podría fijar en como el progreso ha sido sustituido por una involución, esta vez programada, en pos de los intereses de un personaje con actitudes dictatoriales y humillantes hacia el pueblo que le vota, y que permite que siga cobrando un esplendido salario a costa de la población machacada.

En efecto, Colmenar viaja hacia atrás en el tiempo en el bienestar y en la tenencia de libertad. Aun recuerdo a esos jóvenes caminando por la vía reclamando la llegada del tren al municipio, hace ya muchos años, Esos chavales eran militantes de Izquierda Unida, no del PP como dice el alcalde. No es por tanto “su tren” sino el de los ciudadanos que lo demandaron, por mucho que quiera hacer ahora creer que fue algo deseado por el o su partido. Porque éste, sólo desea que al monopolio de determinada empresa de transportes no le vaya peor que antes.

Algún día, ahora que viajamos como Wells, veo un fututo con el tren pasando hacia Soto del Real, con un dedo levantado pintado por un grafitero de Soto en el último vagón diciendo a nuestro pueblo: "Que os den, paletos".

¿Acaso creen ustedes, ilustres ciudadanos y despreciados votantes, que RENFE ha traído su tren porque lo pidió un partido minoritario? ¿O simplemente es que RENFE quiere hacer negocios siempre que le dejen?

Eso de traer trenes para que vuelvan a Madrid vacíos provocará que viajando de nuevo hacia atrás cierren la estación. El alcalde se alegrará porque otros también lo harán. Bueno perderá ingresos, por este sí, su aparcamiento. Que para eso se ha molestado en cerrar las calles aledañas para que los colmenareños paguemos por imposición un parking de los llamados disuasorios, y que en el resto del planeta son gratis

Dentro de poco nuestra ciudad olerá como un pueblo medieval, para que podamos seguir con el viaje en tren al pasado. Sustituiremos catalogación de terreno histórico por mierda. Por cierto, mierda que quieren otros ayuntamientos pero que nuestro alcalde se empeña en que nosotros esnifemos, no se sabe bien por qué. Tal vez sea una cuestión de doblones, maravedíes o piedrodolares.

Si este vertedero, cuestionado por la comisión europea de medio ambiente, es una cuestión de futuro. ¿Por qué no se promueve la instalación de puntos de reciclaje de aceites? ¿O es que eso es una modernidad, y el alcalde que pertenece al pasado, no puede permitirlo?

Sigamos viajando hacia atrás. A la inauguración de la sede de protección civil el alcalde llevó un cura para esparcir agua bendita entre los asistentes. Me imagino el cuadro… En estos tiempos, por mucho que usted se empeñe, hay gente que esquiva esas cosas.

A pesar de que usted nos conduzca a través de la edad media, y que hayan conseguido vía inquisición católica extirpar la tradición pagana de la Maya, por cierto declarada de interés turístico regional precisamente por su carácter pagano, nosotros resistiremos a este particular viaje al que usted nos invita todos los días.

¿Hasta donde nos llevará señor alcalde? ¿Será capaz de transportarnos a la prehistoria? ¿Quemará la biblioteca recién inaugurada como aquella que quemaron en Alejandría, para poder llegar al final de su viaje?

¿Lo hará para que todo el mundo olvide que no fue usted el que luchó por este pueblo? ¿O para que no se sepa que no fue usted quien trajo el tren ni quiso que se trajera?

Ahora seguirá intentando llevarnos cada vez más atrás. Al principio de las cosas, donde todo empezó. Pero acuérdese que si sigue viajando al pasado, puede que un día se encuentre en esa época en al que no había tanta policía y la gente por tanto era más libre. En la que había dos empresas de autobuses. En la que aun existía mucho campo por donde pasear y pensar. En la que aun se podían ver muchos jóvenes en las calles y no pocos como ahora. Y todo eso a usted, al igual que el tren, no le viene nada bien.